Japonesas se casan con ellas mismas. ¿Por qué?

Por: Kathy Luxemburgo

¿Has soñado alguna vez con vestir de novia, sin embargo no tienes pareja ni intención de tenerla? ¿Te gustaría arreglarte como una princesa y vivir por un día la sensación de ser la más bella del lugar? ¿Desearías presumir ante tus amistades de las fotos de tu boda? Si es así, deja de soñar; una empresa de Kioto hace realidad tus deseos.

Las bodas en Japón han estado poco marcadas desde los orígenes por alguna religión determinada. Desde la antigüedad ha predominado su importancia en el fortalecimiento de los vínculos entre las familias, por eso la parte más destacada de las ceremonias de boda en Japón ha sido siempre el banquete en el que pueden reunirse todos los miembros de las dos familias. La tendencia más extendida es la celebración tras el juramento de los votos en una iglesia o un santuario.

A medida que cambia la sociedad japonesa y el sistema familiar, surgen también distintos tipos de ceremonias de boda. A partir de los años 80 esta sociedad está experimentando un cambio en estas tradiciones que vienen dadas como consecuencia de la extendida crisis económica, en los que se hacen frágiles y se encuentran en disputa los paradigmas sobre la formación de las familias, la superación personal y el trabajo.

El concepto de la eficiencia, del crecimiento económico está basado en trabajar, y mucho. Esta narrativa en la que solo con el trabajo duro se obtienen más oportunidades, generó ciudadanos adictos al trabajo y con pocas herramientas para socializar, situación que está impactando negativamente en las estadísticas demográficas del país y que en unos años podría desencadenar una caída de su fuerza productiva a grandes rasgos.

Es precisamente la población joven y adulta la que hoy tiene los desafíos de reproducción y preservación, en un entorno en el que la socialización y el tiempo libre son recursos escasos.

Como parte de estas formas de satisfacción de necesidades individuales que nacen en medio de una sociedad profundamente fracturada, donde la idea de futuro pareciera ser una quimera, y en la que cada día los convencionalismos se reconfiguran en función de esta crisis de individualismos, aparece una boda que es llamada “Solo Wedding”, es decir, “casamiento consigo misma” o “boda en solitario”.

¿Qué es el Solo Wedding?

La idea nació en 2015 y fue de la agencia Cerca Travel de Kioto.

La agencia Cerca Travel de Kioto fue quien se encargó de hacer popular esta práctica. La presidenta de esta compañía Yukiki Inoue dijo que: “Fue una clase de respuesta a una demanda manifestada por una compañera que soñaba con tener su propio álbum de fotos vestida de novia, a pesar de que no ha pasado por el altar”.

Está dirigida al público cuya frustración por no alcanzar su sueño dorado de encontrar el hombre perfecto con quien casarse le causa tristeza y vacío”; aclara la presidenta de Cerca Travel.

El paquete incluye un servicio completo de dos días para la realización de la boda.

Las novias pueden elegir entre varios paquetes, incluso hay disponibles bodas japonesas tradicionales, o los clásicos casamientos occidentales.

Muchos se preguntarán si ¿En realidad las japonesas se casan con ellas mismas? ¿Firman un papel en la prefectura? o Si deciden casarse más adelante, ¿Lo pueden hacer?.

Estas ceremonias están estructuradas para que la novia en solitario en el día uno elija vestido, flores y decoración de la mano de una asistente de Cerca Travel. En el día dos se peina y maquilla a la novia, para acudir luego al famoso jardín Shugakuin Kirara Sanso y realizar la sesión de fotos. Así se le da más realismo a la ocasión. Se finaliza con una fiesta y noche de bodas en un hotel de lujo (sola o acompañada).

Solo eso, fotos y fiesta, en algunos casos. No hay juez ni firma ni papeleo. El precio está entre los 2.500 a 3.125 euros.

¿Mejorar el autoestima o capitalizar el nicho?

Sobre esta práctica muchos se han mostrado escépticos, sin embargo, las bodas en solitario se celebran en todo Japón, y cada vez más empresas relacionadas a las bodas se involucran con la tendencia.

Aim Tokyo Harajuku es un estudio fotográfico en Shibuya que lanzó un sitio web dedicado a bodas en solitario y más de 300 mujeres han utilizado sus servicios desde su lanzamiento (cifra hasta 2020). El servicio de fotografía de bodas permite a las familias registrar su crecimiento y recompensa a las madres que pensaron que nunca llegarían a ver a sus hijas con un vestido de novia .

Las compañías nupciales también han ingresado al mercado, motivando a las mujeres a desviar supersticiones como la de usar un vestido de novia antes del matrimonio formal.

Para las mujeres, se casen o no, un vestido de novia puede ser un disfraz mágico que las haga sentir especiales.

Desde junio de 2018, Juvi Wedding Daikanyama, una tienda de ropa en Shibuya Ward, Tokio, implementó un proyecto de pago llamado «Tiempo de Princesa», que permite a sus clientes usar su vestido favorito y tomar fotos libremente con su teléfono inteligente.

A partir de diciembre de 2019, la tienda comenzó a preparar vestidos para que las niñas tomaran la idea de convertirse en princesas desde una edad temprana.

El Gobierno fomenta la carrera. El gobierno japonés anunció a finales del 2020 que invertirá US$19 millones en Inteligencia Artificial (Aplicaciones y páginas webs) para lograr emparejar personas solteras y detener el decrecimiento poblacional que tiene el país.

De acuerdo con los análisis sobre esta tendencia, resulta que las mujeres solo quieren tener una boda para ponerse un vestido de novia bonito y tener una gran fiesta donde haya comida y bebida de sobra y pasar un gran día rodeada de sus familiares y amigos. 

La psicóloga Beatriz Goldberg dice que, ya que el casamiento es un fenómeno de individualismo donde se vive de apariencias, ocurre algo similar como cuando se compran premios o títulos y no importa si los elogios que se reciben son por logros reales o no.

El capitalismo sabe cómo apropiarse de las crisis de identidad que padecen los humanos. Es así como aparece todo este andamiaje económico que poco a poco consolida tendencias pequeñas que en muchos casos logra superar las barreras generacionales, territoriales, religiosas, ideológicas, y las bodas en solitario no serán la excepción. Es una manifestación del posmodernismo.

Está claro que las empresas involucradas con el mercado matrimonial en Japón están desesperadas tanto por “aumentar las tasas de matrimonio” como por generar profits de esta “tendencia”. Y aunque los matrimonios entre personas del mismo sexo son ilegales en Japón, los lugares pueden albergar estas ceremonias y no es necesario que estén ‘casados oficialmente’: un matrimonio solo es legal cuando está registrado en la oficina municipal de la ciudad

Con una de cada diez personas identificándose como LGBTI en Japón, la inclusión de matrimonios entre personas del mismo sexo, se convierte en otro nicho que aunque sin duda impulsaría el mercado matrimonial entre parejas nacionales y extranjeras por igual, generará mayores beneficios a todas estas empresas nupciales. Veremos cómo se desarrolla en los próximos años.

Es razonable la importancia que se le daba en siglos pasados al matrimonio, ya que las mujeres no tenían derechos y en ciertos estratos sociales no tenían siquiera la oportunidad de desarrollarse laboralmente o profesionalmente, encontrar un buen marido era más una necesidad que una decisión libre y equitativa.

Esta tendencia ha cambiado y las mujeres tienen roles de mayor importancia, inclusive que los hombres, en varios espacios de poder de la sociedad japonesa.

Consecuencias demográficas

Japón es el primer país que se adentró en lo que se denomina la «transición demográfica» (envejecimiento y desaceleración de la población). Tiene la segunda esperanza de vida al nacer más larga de todos los países del mundo, con 84 años.

La población está envejeciendo rápidamente como resultado de las decisiones de las políticas económicas aplicadas después de la Segunda Guerra Mundial, seguido por una disminución en las tasas de natalidad. A partir de 2019, más del veinte por ciento de la población tiene más de 65 años y se prevé que aumente a uno de cada tres para 2030[1].

Estos cambios en la estructura demográfica han creado una serie de problemas sociales, en particular una disminución de la fuerza laboral en la población y un aumento del costo de las prestaciones de la seguridad social. Un número cada vez mayor de jóvenes japoneses no se casan o no tienen hijos.

Se espera que la población de Japón disminuye a alrededor de cien millones para 2050[2].

Estas afectaciones en la demografía del país son fruto de las preferencias individuales y colectivas ejercidas libremente, y no dejan de ser trascendentes los efectos que pueden generar a la larga. Entre ellos los más esperados son:

  • El aumento de la carga de deuda pública sobre las generaciones futuras, que tendrán menos miembros.
  • Aumento de la disidencia tecnológica, y
  • Poca inclinación a tomar riesgos empresariales y de inversión.

Otro factor importante es que en una cultura que pone tanto énfasis en que los hombres sean el sostén de la familia, esto tiene serias implicaciones para el matrimonio y la maternidad. Los hombres que no tienen trabajos regulares no se consideran como cónyuges deseables; Incluso si una pareja quiere casarse y ambos tienen trabajos irregulares, sus padres probablemente se opondrán,

Las mujeres que buscan trabajo a tiempo completo con frecuencia también se encuentran en trabajos irregulares, lo que también tiene implicaciones para formar una familia, porque las horas son impredecibles y el salario es bajo. Pero es más un obstáculo para el matrimonio si un hombre no tiene un buen trabajo: aproximadamente el 70% de las mujeres dejan de trabajar después de tener su primer hijo y dependen del salario de su esposo durante algún tiempo.

Las comunidades anteriormente dominantes basadas en la región, el lugar de trabajo y la familia se fusionarán y derretirán, poniendo fin al mito de que una persona puede estar segura siempre que permanezca segura dentro de un grupo. 

Hoy en día, muchos jóvenes experimentan una sensación de aislamiento y malestar difícil de articular dentro de esos grupos y, de hecho, a menudo parece ser precisamente cuando están rodeados de un gran número de personas cuando se sienten más ansiosos. El verdadero problema que debería preocuparnos no es el aislamiento físico, sino psicológico. Ya no hay ninguna garantía, si es que alguna vez la hubo.

En una sociedad solitaria donde el 50% de la población es soltera y el 40% de las personas viven solas, será fundamental que las personas desarrollen la capacidad de alcanzar la felicidad viviendo con éxito por sí mismas. 

En los años venideros, probablemente veremos una tendencia creciente hacia una sociedad más fracturada, construida alrededor de individuos que viven solos. Habrá un cambio de una sociedad sólida o estable a una modernidad más «líquida», para tomar prestada la terminología del sociólogo polaco Zigmunt Bauman. 


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Jap%C3%B3n#cite_note-247 https://es.wikipedia.org/wiki/Jap%C3%B3n#cite_note-walia-246 

[2] https://www.stat.go.jp/english/data/handbook/c0117.html#:~:text=In%202019%2C%20598%2C965%20couples%20married,29.6%20for%20brides%20in%202019.

El Teletrabajo y las nuevas formas de explotación

Por: Ruddy Sáenz

Trabajar desde casa, una situación que se abre para muchos en el mundo tras la pandemia por Covid19 y que plantea la posibilidad de consolidar independencia a través de una forma novedosa de hacer dinero, utilizando habilidades, oficios o destrezas. Sin embargo no es un cuento de hadas hecho realidad, es más bien una realidad que golpea fuerte, sobre todo si se tiene en cuenta en qué parte del mundo habitas y tus condiciones, ademas de que se mantiene en el esquema del reforzamiento del sistema capitalista a través de sus distintas expresiones.

Más allá de los cuestionamientos acerca de las nuevas formas de trabajo que se vienen consolidando poco a poco en el mundo, y sobre todo en America Latina, vemos como cada vez mas personas, sobre todo los millennials, están acercándose al mundo del trabajo a distancia o “Teletrabajo” como una forma de enfrentar tanto la pandemia por el covid19 como su situación económica.

Las presiones que experimentaban los empleados a tiempo completo parecen estar suavizandose para una clase que tiene acceso a educación, internet y dispositivos móviles, muy contrariamente a quienes deben enfrentarse a la informalidad por, en algunos casos, carecer de las herramientas que el sistema capitalista necesita para mantener su hegemonía.

Y si, la pandemia por Covid19 ha tenido el papel protagonista en esta configuración que hace 3 años parecía opción para muy pocos en la región y que en Europa estaba tomando el nombre de “Nómadas Digitales”; empero no es el caso de esta exposición. Desde este espacio nos planteamos cómo precisamente la pandemia esta acelerando la consolidación de esta forma de trabajo y cómo se convierte poco a poco en una forma de explotación con varias características, varias formas de expresión. Veamos.

¿Qué es el Teletrabajo?

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “…es una subcategoría del concepto más amplio de “trabajo a distancia”, que engloba a los trabajadores que utilizan tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) o teléfonos fijos para desempeñar el trabajo remotamente. Al igual que ocurre en el caso del trabajo a distancia, el teletrabajo puede efectuarse en diferentes ubicaciones fuera del lugar del trabajo predeterminado”.

Los países han utilizado definiciones operativas ligeramente distintas, que normalmente se basan en dos componentes diferentes:

    1. El trabajo se realiza plena o parcialmente en una ubicación alternativa distinta del lugar de trabajo predeterminado. Este criterio se basa en la definición establecida previamente de “trabajo a distancia”. II. La utilización de dispositivos electrónicos personales, como una computadora, una tableta o un teléfono (móvil o fijo) para desempeñar el trabajo. La utilización de dispositivos electrónicos personales debe constituir una parte fundamental del desempeño del trabajo (Eurofound y OIT 2019, pág. 5). Los diferentes dispositivos o herramientas pueden utilizarse para comunicarse con colegas, clientes, etc., y para efectuar tareas específicas relacionadas con el trabajo, sin estar directamente en contacto con otras personas.
    1. El teletrabajo es una modalidad de trabajo cada vez más frecuente facilitada por la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC), cuyos potenciales beneficios reconocen y promueven los gobiernos, los empleadores y los trabajadores por igual.1 Entendiendo que el teletrabajo es un modelo laboral en donde el empleado realiza sus funciones desde su casa y que utiliza las tecnologías de la información en su máxima expresión, veamos a como esta modalidad de trabajo comienza a tomar espacios en varios países de América Latina y como quienes son protagonistas se definen.

 

 

El teletrabajo aumentó 40% en América Latina.  

El más reciente estudio realizado por el Grupo de Diarios América (GDA) y Tendencias Digitales, que analiza el impacto de la pandemia en los hábitos de los consumidores digitales, destaca que un considerable número de latinoamericanos se encuentra en cuarentena y adoptó el trabajo a distancia como fuente de ingresos.

Fuente: GDA. Elaboración Propia.

Este estudio se realizó del 22 de abril al 20 de junio de 2021 con una muestra de 7.543 usuarios mayores de 15 años de edad, distribuidos de forma equitativa entre ambos sexos y entre las generaciones de Baby Boomers, Generación X y Millenials. El mismo tiene un nivel de confianza de 95% y un error muestral de 3%.

El estudio muestra que la mayoría de los usuarios sigue aislado en casa, mientras un 42% nos detalla una reactivación de actividades tanto laborales como de estudio.

Brasil, Perú, Chile y Colombia son los países que superan el promedio regional, con más de 60% de los consumidores aislados en casa, mientras en El Salvador casi la mitad ha retomado su rutina.

La mayoría de los países de America Latina están entre un 50% y mas de personas bajo esta modalidad de trabajo y que evidencia no solo un aumento en su frecuencia, sino que este junto a la digitalización, contribuyeron para la continuidad de negocios y preservación de millones de empleos. Se estima que unas 23 millones de personas transitaron hacia el teletrabajo en la región. En algunos países, cerca del 30 % de los asalariados pasaron al teletrabajo.

Además, la investigación resalta que el trabajo a distancia aumentó 40% en el último año: 66% está en teletrabajo, 19% más respecto a 47% reportado en la primera ola de esta encuesta en mayo 2020.

Inseguridad, malestar psicológico y control empresarial.

El teletrabajo reproduce el malestar laboral y agudiza la desprotección legal en la que se encuentra la clase trabajadora. Aparecen nuevas formas de explotación que traen nuevas exigencias y abusos, formas de control e hipervigilancia por parte de los jefes y el aumento de la desregulación para una conectividad 24/7.

Además de todo lo anterior, esta modalidad impone una carga extra al gasto de los hogares donde hay teletrabajo, cuando son los empleados quienes deben correr con los costos asociados a las tecnologías básicas para la gestión de las labores asignadas (internet, teléfono, impresiones, etc.). Así, las responsabilidades de la empresa a capacidades individuales que solo profundizan la precarización.

A esto se le suma el estrés y la angustia propia del contexto de crisis con un gobierno que se empeña por proteger el “crecimiento” en desmedro de los intereses de las mayorías. No es de extrañar que se intensifiquen patologías propias de las exigencias del sistema, tales como trastornos depresivos y ansiedades, las cuales están sujetas a licencias médicas. Claro está que ni antes de la pandemia, nuestro sistema de salud velaba por la salud mental de la clase trabajadora, menos lo hace ahora.

Estos casos se presentan en trabajos vinculados a la programación web, traductores, escritores y quienes se desempeñan en atención al cliente. Existen casos en los que la violación de la privacidad, trabajos de hasta 12 horas seguidas frente al computador programando, reuniones de trabajo online citadas para horas fuera de horarios de oficina, y que ademas interfieren en las labores de hogar, sobre todo de las mujeres, hacen que las presiones por cumplir, por no fallar a la entrega o atender clientes después de las 7 de la noche, generan un ambiente de sobreexplotación.

Tomemos el caso de una programadora Venezolana que trabajaba para una empresa Mexicana de paginas webs. Cerca de 12 horas, 6 días a la semana, esta joven millenial estaba sentada frente al computador en sesiones de trabajo con clientes haciendo los ajustes a sus páginas webs; no es la primera vez que esta desempeña esta área, ya lo había realizado anteriormente con Españoles, Chilenos y Colombianos.

El punto subyacente es que las condiciones de los servicios del país, en algunos casos, juegan en contra de estos trabajadores. Las constantes fluctuaciones en el sistema eléctrico nacional y que han afectado durante los últimos meses varios estados, generaron que esta joven fuera despedida de la empresa, ya que no podía “responder en los tiempos que la empresa exige, por lo tanto rescindimos de su contrato y hasta el 31 de Julio desempeñas labores con nosotros”.

El país también influye. Entonces vemos como jornadas de 12 horas, llamadas en horarios no adecuados para el cuido familiar, exigencia de trabajo los fines de semana, casi que a dedicación exclusiva, en algunos casos sin un pago que se traduzca en el tiempo invertido, se convierten así en condiciones poco atractivas, desvinculantes e incrementa flujo de economía informal.

También existen los llamados Freelance que tienen una modalidad de trabajo similar, solo que su contratación es por un tiempo más definido, como comúnmente se le denomina, a destajo. El nivel de profesionalización, recomendaciones y experiencia influye en esta modalidad, los pagos suelen ser mayores que los que están empleados formalmente.

Salario mínimo en América Latina vs ingresos por Teletrabajo

Salario mínimo mensual en países seleccionados de América Latina en 2021 (En dólares estadounidenses)

                                                                                 Fuente: Statista 2021.

Según Statista, con datos del 14 de enero de 2021, Chile es el país con el salario mínimo más elevado de América Latina. En este país suramericano, los trabajadores tienen garantizado por ley un salario mensual de 326.500 pesos chilenos, lo que equivale a más de 440 dólares estadounidenses. En tanto, el salario mínimo de Venezuela, establecido en 1,2 millones de bolívares, se ubica por debajo de un dólar al mes, teniendo en cuenta la cotización oficial del dólar del Banco Central de ese país el 14 de enero.

En países como Venezuela, el bajo salario en un empleo formal, llevan a emprender prácticas económicas que transgreden sus derechos fundamentales y normalizar acciones y actividades poco éticas. Algunos las interpretan como “causa justa y necesaria” para mejorar su calidad de vida, mientras otros pueden desarrollarlas sin problemas, ya que no están afectados por la brecha digital. Y acá también podemos referirnos al tema de la monetización de juegos online y cómo están tomando terreno en la región, pero lo dejaremos para más adelante.

Los ingresos por teletrabajo pueden variar de acuerdo al tiempo invertido, el nivel de profesionalización, al país, entre otras. Veamos a grosso modo:

                                                                               Fuente: Grootjen Tech.

Según Grootjen Tech en su artículo: ¿Cuánto pagan las empresas internacionales a un desarrollador de Latinoamérica? [2021], estos son los cálculos:

En algunas plataformas digitales los pagos son por proyecto por lo que se suele cobrar por hora el trabajo a contratar, esto es en el caso de los freelance. Los ingresos como hemos mencionado, varían según los países, acceso a servicios, a la educación y las tecnologías de comunicación e información, así como el trabajo a realizar, bien sea Redes Sociales, Traducciones, Redacción, Diseños, Artículos/Blogs.

Monetización de juegos online

Tenemos entendido que la monetización es el proceso por el que, al entregar un bien o un servicio se recibe una contraprestación, principalmente de carácter económico. Se trata de un concepto muy amplio y aplicable a multitud de actividades cotidianas. Es cada vez más utilizado en el mundo digital para definir el proceso por el cuál una empresa o persona física convierte su trabajo en dinero.

Esta es una actividad que cada vez toma mayor posicionamiento en países de la región Latinoamericana y en grupos sociales afectados por la pandemia, la pobreza y las crisis económicas. Estas estrategias están dirigidas principalmente a jóvenes que ven en estos espacios virtuales, oportunidades de dinero fácil, sin mayor esfuerzo y sin invertir en recursos como transporte, alquiler, estudio o tener un jefe.

Al considerarse actividades “libres” se crean mitos a su alrededor, convirtiéndose en la panacea del trabajo, llevando a esos jóvenes a que incursionan en ese mundo y transformarse en seres dependientes de ese sistema de intercambios, de exigencias de estar conectados un mínimo de tiempo para generar X cantidad de dinero y así poco a poco ir llevándolos a la adicción al mundo virtual.

La estrategia mundial está bien trazada, poco a poco se irá consolidando en el imaginario colectivo lo que en 2016 en DAVOS se definió como la 4ta Revolución Industrial que viene a digitalizar nuestro mundo por completo (o bueno gran parte, dejando para después a los países en vías de desarrollo), llamando por supuesto a quienes lo habitan, los humanos, pero más aún a quienes no tiene una memoria histórica consolidada, sino a quienes cada día pasan más tiempo en el mundo virtual de los videojuegos y las redes sociales, que en el mundo real, los jóvenes.

Este es el público al que debemos poner nuestra atención, jóvenes y los niños.

Son ellos los que están siendo inducidos por cantidades impresionantes de publicidad en la redes sociales a iniciarse en estos espacios.

Actualmente en América Latina hay furor por jugar online y transar ese tiempo que estuviste en un juego (se promedia entre 6 a 8 horas) y que obtuviste una recompensa por dinero que puedes utilizar para comprar una computadora, un equipo móvil o como están haciendo muchos jóvenes Venezolanos, para mejorar su calidad de vida.

Este fenómeno se encuentra en pleno desarrollo, generando inestabilidades en sus mercados, engañando a los jugadores para que pasen mayor calidad de tiempo conectados y así poder tener mejores profits, pero no los jugadores, sino los desarrolladores del juego.

Conclusiones

El teletrabajo se ha convertido en uno de los más salvajes métodos económicos de explotación en contexto de crisis. Sin embargo, lo que hemos podido experimentar es que estas tecnologías en realidad han pasado a reproducir la exclusión social y el malestar emocional y laboral, pasando a formar parte de las herramientas utilizadas para someternos a una nueva esclavitud laboral a beneficio de los de siempre.

Como ya mencionamos, bajo esta modalidad, las grandes empresas fácilmente se desentienden de sus obligaciones mínimas en materia laboral. Obvian además, que las trabajadoras, quienes suelen cargar con las tareas del hogar, deben cumplir con las expectativas y metas laborales al mismo tiempo que realizan otro trabajo al interior de sus hogares.

Todo esto es utilizado en favor del capitalismo, que no reconoce el trabajo reproductivo, sobrecarga a los trabajadores y permite a los jefes exigir a su antojo, reduciendo además el valor de las horas trabajadas al ampliar la jornada laboral.

El trabajo dentro de las lógicas capitalistas seguirá enriqueciéndose a costa de la explotación de quienes trabajamos. La pandemia evidencia lo obvio, los que generan riquezas y producen no son los empresarios, son las mayorías sociales que trabajan.

Mientras los capitalistas manejan el mundo desde la comodidad de sus hogares, amparados por el Estado, promueven sus ganancias en desmedro de la salud mental de los trabajadores, presionados por la incertidumbre legalizada de los despidos masivos.

En síntesis, queda demostrado que mientras siga gobernando una minoría social concentrada en el poder, no existirá salida posible que garantice derechos básicos como el pleno empleo, el trabajo digno y el derecho a la salud mental y física.

Al contrario, utilizan todos los recursos tecnológicos como formas de disciplinamiento en contra de los trabajadores. Los desafíos de aquí en adelante están en el diálogo entre gobiernos, empleadores y trabajadores para generar mejores condiciones de trabajo y en el plano digital, implementar legislaciones que regulen estas prácticas explotadoras, que afectan la psiquis y contaminan las visiones del mundo para verlo más destruido, más desigual, servil a una clase y reproduciendo valores contrarios al humanismo.

1 Organización Internacional del Trabajo. COVID-19: Orientaciones para la recolección de estadísticas del trabajo. Definición y medición del trabajo a distancia, el teletrabajo, el trabajo a domicilio y el trabajo basado en el domicilio. Julio 2020. https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—stat/documents/publication/wcms_758333.pdf