Gabriel Boric: Las dos caras de La Moneda
Por: Enrique Acosta
El pasado 11 de marzo gran parte del pueblo Chileno celebró la toma de posesión de Gabriel Boric como presidente, quien representó a la coalición de izquierda Apruebo Dignidad, la cual está conformada por toldas políticas como el Partido Comunista de Chile, Revolución Democrática, Convergencia Social, Comunes y Federación Regionalista Verde Social. ¿Cuáles serán las dos caras de La Moneda?
Para muchos chilenos y chilenas la llegada de Boric a La Moneda representa un nuevo ciclo de cambios políticos y sociales.
Es significativo que los partidos de la coalición son instancias creadas recientemente, a excepción del Partido Comunista de Chile fundado en 1922, los demás tienen su génesis después del 2016
Boric triunfó con un amplio margen de 55,87% de los votos, cifra que lo convierte en el presidente más votado en la historia de Chile.
Este triunfo se dio tras una primera vuelta en que la coalición de la Derecha Radical representada por Antonio Kast obtuvo el 27,91% de los votos y Boric el 25.82[1].
Antecedentes del triunfo de la coalición Apruebo Dignidad
Ahora bien, el triunfo de Boric debe ser leído a la luz del ascenso de otras candidaturas y coaliciones progresistas y de izquierda en la región, y si bien cada caso tiene sus propias particularidades, no podemos negar que tanto el triunfo de Castillo en Perú, como el del Pacto Histórico en Colombia, responden en gran parte a los anhelos populares de cambios profundos.
Sus victorias son expresión de una ruptura con la institucionalidad en un momento de gran inconformidad social, profundizado por las crisis económicas y la pandemia.
Frente a este escenario, las organizaciones de base principalmente en Chile y Colombia, profundizaron la movilización social y la lucha en las calles, bajo una lógica de acción colectiva con poca influencia de los partidos y los movimientos políticos tradicionales.
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En este orden de ideas, independientemente del rol que Gabriel Boric pueda cumplir en un viraje de Chile hacia la izquierda y una Nueva ola progresista en el continente, no podemos negar que su triunfo tiene como antecedente, lo que ya hemos dicho, el clamor de las mayorías del pueblo chileno, un país absolutamente neoliberalizado, donde persiste una gran desigualdad social y sobre todo unas profundas jerarquías y discriminaciones étnicas y de clase heredadas del pinochetismo. Prueba de ello es el racismo y la persecución contra el pueblo mapuche que a pesar de todo resiste y defiende sus tradiciones, sus territorios y sus vidas.

En el caso de Chile, antecede una larga tradición de lucha, un país con una gran cultura política y en las últimas décadas, movilizaciones y luchas callejeras desde la diversidad de movimientos y etnias como los mapuches, los estudiantes de secundaria, universitario, LGTBI, feministas, entre otros.
El sector estudiantil ha sido quizá el más dinámico con fuertes movilizaciones en el 2006 (la llamada revolución de los pingüinos) desarrollada por los estudiantes de secundaria, en estas jornadas de protesta emerge Camila Vallejo como lideresa estudiantil, luego en el 2011 las movilizaciones lideradas por universitarios, en el 2018 las mujeres se tomaron las calles en la “revolución feminista” y en el 2019 en el llamado Reventón Social, la movilización llegó a su clímax.
Es importante resaltar que gran parte del protagonismo político de Boric, así como el de Camila Vallejo y otros integrantes de su gabinete ministerial, fueron ganados durante estas movilizaciones, fundamentalmente las del 2011, por ello resultan controvertidas, por decir lo menos, las recientes declaraciones de Boric a propósito de que los Estudiantes protestan en las afueras del Instituto Nacional y en el Liceo Tajamar de Providencia: “en este gobierno, los estudiantes que quieran dialogar van a tener las puertas abiertas, los que quieran quemar buses o utilizar medios violentos para defender sus reivindicaciones tendrán que responder ante la ley como corresponde” [2]
La otra cara de La Moneda
Más allá de las opiniones mediáticas que atizan el debate sobre las afinidades ideológicas de Boric, como los rechazos expresados a los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, el carácter progresista y/o revolucionario de Boric debe examinarse desde la propuesta de una agenda para el país que apunte a cambios estructurales, o a la orientación que se le pueda dar al proceso constituyente emanado de las mayorías chilenas.

Es innegable el carácter de un discurso de avanzada en Boric, así como una estética y una ética relacionada con la reivindicación de los sectores que apoyaron su ascenso como el reconocimiento a las minorías indígenas, a los sectores LGTBI o las reivindicaciones de género.
Es bastante significativo además que en su gabinete ministerial estén presentes las minorías sexuales con dos representantes de la comunidad LGTBI, resulta inédito también en el contexto latinoamericano que de 24 ministerios en 14 hayan sido nombradas mujeres para ocupar los cargos, reconociendo así el gran liderazgo femenino y su papel en las movilizaciones del 2018[3].
Sin embargo, más allá de la inclusión de estos sectores históricamente marginados, Boric tendrá que enfrentarse a otros retos que siguen latiendo en el corazón de los chilenos y que hacen parte de sus reclamos ancestrales más profundos, como el acceso de todo el pueblo chileno a servicios públicos y básicos como la salud, educación o vivienda, el sistema de pensiones y la movilidad y el conflicto social y armado de la Araucanía.
Todas estas necesidades de reformas y solución de conflictos latente, más que ser soluciones revolucionarias, permitirían aliviar la carga de los sectores medios y bajos y de la deuda con las etnias, pasando de un modelo profundamente neoliberal a uno socialdemócrata, el mismo Boric no tiene reparos en ubicarse como tal[4].
Es importante recordar que Chile fue el país latinoamericano que más precozmente entró a la economía neoliberal, como producto de los cambios que de la mano de Estados Unidos implantó a sangre y fuego la dictadura de Augusto Pinochet, inspirados en las tesis de modelo de Milton Friedman y los Chicago Boys[5]
Frente a aspectos fundamentales de la economía del país, Boric empieza a mostrarse extremadamente moderado, por no decir que a la derecha. El actual presidente de Chile ha expresado sus reservas frente a la nacionalización de sectores estratégicos de la economía, así como la idea de mantener la independencia del Banco Central.
En el tema referido a las fuerzas armadas, sí bien el presidente propone reducir el gasto militar y descoorporativizar el ejército, no propone una reestructuración que apunte al cambio de la doctrina militar, en unas fuerzas armadas de carácter contrainsurgente y antipopular, como son la Fuerzas Armadas de Chile. Desde el pueblo se exige una reforma al ejército y a la policía por su carácter represivo y el rol que tuvieron en las movilizaciones[6].
En efecto, temas como el de la economía y la doctrina militar son considerados como los inamovibles del capitalismo, es por ello que Boric desplaza la responsabilidad de temas tan delicados al proceso constituyente en ciernes.
El proceso constituyente, la cereza del pastel
Será precisamente el proceso constitucional el que pondrá a prueba el compromiso de Boric con las grandes mayorías que apoyaron su candidatura, en este sentido su gobierno está atado a la constituyente. Ésta representaría el gran pago de una deuda social y la gran herramienta del gobierno de Boric para realizar los cambios sustantivos desde la constitución pinochetista.
Fue fundamentalmente el estallido social del 2019 el que maduró y abrió las puertas para que el 25 de octubre del 2020 el pueblo chileno determinará comenzar el proceso constituyente que acabaría con la redacción de una nueva Carta Magna, la opción APRUEBO, tuvo durante este plebiscito más de un 80% de aprobación[7].
Es importante recordar que fue también un plebiscito el que logró la salida del dictador genocida Augusto Pinochet en 1988, quien había ejecutado un golpe de estado y tomado el poder por las armas en septiembre de 1973.
Ahora bien, realizar los cambios profundos en la nueva constitución que tiene por objetivo sentar las bases de un nuevo Estado Social de Derecho, pasa por grandes dificultades.
El primer gran reto es cumplir los plazos para la redacción de la nueva constitución, la Constituyente debía presentar un texto en mayo del 2022, que sólo puede tener una prórroga hasta agosto de este año, hasta el momento no se ha entregado el borrador del texto constitucional que será debatido y aprobado en asamblea constituyente[8].
El segundo gran reto es poder obtener la mayoría en la asamblea sin perder la esencia del texto, y esto ha implicado un peligroso juego de ajedrez que pone en muchas ocasiones en jaque el cambio estructural.

Las viejas estructuras de poder económico tienen un ancla profunda que dejaron sentada en la actual Constitución de la dictadura y que hasta el momento parece solo noquear el carácter del Estado como mero subsidiario, proveedor de servicios y garantista de los derechos fundamentales de los sectores privados. Además, dejaron con candado cualquier intento transformador, uno de los reveses en este sentido tuvo lugar el jueves 17 de marzo, cuando el pleno de la Asamblea rechazó el texto donde se cambia este carácter por «un Estado social y democrático de derecho».
El tercer gran reto es obtener no solo la mayoría sino el quórum necesario, pues en el país del sur algunas leyes necesitan un respaldo superior a la mayoría simple para ser aprobadas, lo que implica una arquitectura de poder muy difícil de franquear.
Los retos que enfrenta el Gobierno de Boric no se reducen al problema de su reelección en la redacción del nuevo texto constitucional, aspecto en el que han machacado los medios chilenos. Como se puede ver, los obstáculos son estructurales y difíciles de resolver en un país donde gobernó la dictadura junto a las grandes élites económicas por más de 40 años, pero donde también hay un pueblo que exige cambios profundos y no permitirá titubeo alguno.
En los sectores más radicales de Chile existe el temor de que el gobierno de Boric con sus sus reformas y el proceso constituyente no representen más que el reacomodo del bloque de poder dominante que busca sobrevivir, dándole un aire a su política más allá del viejo modelo pinochetista.
Estos vientos de cambio tanto en Chile como en Colombia convocan a la reflexión y ponen de manifiesto la vieja frase de Antonio Gramsci «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».
[1] https://www.servelelecciones.cl/
[2] https://www.latercera.com/politica/noticia/presidente-boric-por-protestas-estudiantiles-los-que-quieran-quemar-buses-tendran-que-responder-ante-la-ley/WSUD2I6GIZEXDND4HERSNEGYA4/
[3] https://www.nuso.org/articulo/Chile-Borich-gabinete/
[4] https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/radical-las-contradicciones-de-la-nueva-izquierda-de-chile-que-representa-gabriel-boric-nid20122021/
[5] Con este nombre se denominó al grupo de economistas chilenos que en los años 70 y bajo el abrigo doctrinario del economista Milton Friedman (Nobel de economía) hicieron de Chile el bastión del neoliberalismo latinoamericano. Los Chicago Boys ocuparon altos cargos durante la dictadura de Pinochet desde donde implementaron todas las reformas que profundizaron la pobreza y la desigualdad.
[6]https://www.uchile.cl/noticias/181124/las-propuestas-presidenciales-para-defensa-y-fuerzas-armadas–
[7]https://elsiglo.cl/2022/04/27/documentos-ex-concertacionistas-y-respaldo-a-la-cc-y-nueva-constitucion/
[8] https://www.uahurtado.cl/plazos-para-escribir-una-nueva-constitucion/