Las Olimpiadas como espejo simbólico de las luchas en el mundo
Por: Ruddy Saens
Los Juegos Olímpicos Tokio 2020 fueron indiscutiblemente atípicos, no solo porque se realizaron en plena pandemia, sino por los momentos que dejan un significado en el imaginario colectivo, convirtiéndose en el escenario para exponer cuestiones socialmente relevantes y que trascienden una competencia deportiva.
Esta entrega en la que participaron cerca de 12 mil atletas, originó conversaciones abiertas sobre temas que han sido silenciados por sus mismos protagonistas, pero que al parecer ya deben salir del anonimato para convertirse en lo que realmente somos como sociedad.
Temas como el feminismo, el racismo, la salud mental y la visibilización de personas LGBTI, son un espejo de las pulsaciones de la sociedad, que reproducen tendencias y conflictos sociales. Y en parte igualmente refleja quiénes y cómo somos, cuáles tabúes y prejuicios conservadores siguen arraigados, y donde se están manifestando avances.
“La salud mental es lo primero”
El momento con más impacto ocurrió el 27 de julio, cuando la gimnasta de EE.UU Simone Biles se retiró de la competición de equipos por su estado psicológico. La varias veces campeona se llevó la presea de bronce en barra de equilibrios pero, al margen del podio, deja la impronta, porque su decisión contribuye a derribar las murallas y el estigma sobre la salud mental. “Esto no es simplemente salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos […] Es más importante la salud mental que el deporte ahora mismo”, dijo Biles.
Entonces vemos que se está complejizando el deporte de alto rendimiento, que cada vez empieza a más temprana edad y exige siempre más y más. Mientras, los atletas sufren presiones al tornarse mucho más competitiva la disciplina y tener más obligaciones, en las que los sponsors juegan el papel fundamental.
En definitiva, muchas presiones, muchos sponsors, los ojos de sus países y del mundo, vaya tarea tan apoteósica. No son máquinas que siempre tienen que ganar.
“Muy pocos deportistas pueden rendir con el peso del mundo sobre sus hombros”, Simone Biles.
Esta confesión, abre aún más las puertas para que la gestión de enfermedades mentales en el mundo sea visible, deje de ser tabú y se convierta en fuente de inspiración para que muchos cuenten sus historias.
Recordemos que los deportistas tienden a ser un rol a seguir por los más jóvenes.
La salud mental es una de las áreas más descuidadas en los sistemas de salud pública del mundo, según la ONU . Cerca de 1.000 millones de personas en el mundo viven con un trastorno mental y una de cada cuatro es propensa a sufrir un trastorno mental a lo largo de su vida, siendo el suicidio la segunda causa de mortalidad entre jóvenes de 15 a 29 años.
«Boicot político”
Dos Judocas no se presentaron a competir con el representante de Israel Tohar Butbul en una acción que muchos interpretaron como un “boicot a Israel”.
Uno de los retirados, el judoca argelino Fethi Nourine de 30 años justificó su ausencia: “Trabajamos mucho para llegar a los Juegos Olímpicos, pero la causa palestina es más grande que todo esto”. Tras conocerse que el sorteo determinó un posible encuentro con Butbul, Nourine dijo que su decisión era «definitiva» y que no se «ensuciaría las manos”.
Esta no es la primera acción de este tipo, ya en el Mundial de Tokio 2019 se había retirado de una competencia por este mismo motivo. Nourine no ha ocultado en redes sociales su compromiso con la causa palestina posando con su bandera.
Varios países árabes, entre ellos Argelia, no tienen relaciones diplomáticas con Israel, por considerar que ocupa ilegalmente espacios en Cisjordania y Jerusalén Este con asentamientos judíos, además de los tratos que son visibles de parte de israelíes a los palestinos en esas zonas.
Es por ello que deportistas de Argelia, Irán o Egipto, principalmente, se niegan a competir contra israelíes.
Competir en igualdad de condiciones
Es un hecho real el empuje feminista de los últimos años en las olimpiadas, y no solo por una cuestión de participación femenina, que alcanza el 49%. Las mujeres aún pelean por competir en igualdad de condiciones, y aunque hay avances, queda mucho por hacer.
Antes de la ceremonia inaugural, la capitana del equipo español de nado sincronizado, Ona Carbonell, denunció la imposibilidad de amamantar a su hijo Kai durante los Juegos Olímpicos, y ponía en el ojo del huracán uno de los principales problemas que las deportistas llevan años denunciando: las dificultades para armonizar trabajo y maternidad.
Es una constante en las carreras de alto nivel, pero la desatención de los cuidados y el conflicto con el trabajo productivo es una ecuación pendiente en todos los ámbitos que sigue solucionándose mayoritariamente a costa de las mujeres de una forma invisible y casi a escondidas.
«Queda muchísimo, pero se ha logrado cierta visibilidad y conciencia de las discriminaciones e
injusticias que vivimos. Se ha roto el silencio y creo que las propias deportistas ven que se cuentan más cosas, que no son igual de penalizadas que antes por hablar, y cuando una lo hace, anima a las demás«, opina Pilar Calvo, secretaria general de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP).
A Tokio llegaron también denuncias relacionadas con el sexismo en los equipos. Fue el caso de las alemanas de gimnasia artística, que decidieron salir a competir con una prenda de cuerpo completo, algo fuera de lo común en la disciplina, representando una forma de reivindicar la libertad de que «cada mujer y todo el mundo pueda decidir lo que ponerse«.
En un símbolo se ha convertido la imagen de las tres chicas de 13 y 16 años en el podio de una de las pruebas de skate, que se ha estrenado este año como deporte olímpico. Una práctica tradicionalmente copada por hombres, pero al que cada vez y con más fuerza se suman mujeres jóvenes que reivindican su lugar y destrezas sobre la patineta.
Orgullo gay, las cosas están cambiando
Otra de las manifestaciones que tal vez en años anteriores no gozaba de mucha aceptación, es la comunidad homosexual, que en Tokio se logró mostrar que hay una cantidad sin precedentes de deportistas abiertamente gays.
Según el portal outsports.com al menos 185 atletas gay, lesbianas, bisexuales, transgénero, queer y no binarios públicamente declarados estaban en Tokio para los Juegos Olímpicos de Verano, más del triple del número que participaron en los Juegos de Río 2016 .
El aumento en el número de atletas, refleja la creciente aceptación de las personas LGBTQ en el deporte y en la sociedad. También el auge de las redes sociales, especialmente Instagram, ha brindado a los atletas un espacio donde pueden vivir sus vidas abiertamente e identificarse directamente con sus seguidores.
“Es hora de que todos puedan ser lo que son. Espero que también fuera del deporte los chicos no sean criados con la presunción de que son heterosexuales”, comentó la skateboarder estadounidense Alexis Sabalone, una de al menos cinco competidores abiertamente LGBTQ que participan en esa especialidad, que debuta en los juegos en Tokio.
Las palabras de Tom Daley, que se hizo con la medalla de oro en trampolín de 10 metros sincronizado también dieron la vuelta al mundo. «Creo que es una de las cosas de las que me siento enormemente orgulloso: soy gay y campeón olímpico«, dijo en la rueda de prensa posterior, en la que compartió cómo en su infancia se sintió carente de referentes con su misma orientación sexual.
«Cuando era joven me sentí solo, diferente, sentía que no encajaba… había algo en mí que nunca sería lo suficientemente bueno como la sociedad quería que fuese«, dijo el británico, que, sin embargo, ha recibido críticas por ser padre por gestación subrogada.
Las reacciones negativas de los compañeros de equipo, los entrenadores o los fans, procurar que la sexualidad no interfiera en los entrenamientos, el sensacionalismo y estigmatización de los medios o simplemente no estar preparado, pueden ser motivos para no salir del armario para un deportista.
Primera atleta trans
Además, Tokio ha sido escenario de la participación por primera vez de una atleta trans en los Juegos Olímpicos, la neozelandesa Laurel Hubbard, en halterofilia.
Esto es posible después de que el Comité Olímpico Internacional (COI) modificara las reglas en 2015, cuando descartó obligar a las deportistas trans a someterse a operaciones genitales para poder competir en la categoría femenina, que era la normativa entonces vigente. Ahora lo que deben hacer es cumplir con un nivel máximo de testosterona.
Hubbard es una mujer trans que cumple con los criterios delineados por el COI. Durante su participación, fue descalificada por hacer tres nulos seguidos.
Su presencia ha sido duramente criticada por un sector del feminismo que en España afirma ser contrario a la Ley Trans y a la Autodeterminación de Género, por considerar que habría hombres que podrían declararse mujeres para lograr triunfos deportivos frente a las mujeres.
Para la Agrupación Deportiva Ibérica LGTB (ADI), «suponer que las personas trans en el deporte son tramposas que fingen ser quienes son por interés competitivo» es «contrario a los valores del deporte» y «un prejuicio tránsfobo”.
“Somos negros”
Para la historia se queda el récord del mundo en triple salto femenino de la venezolana Yulimar Rojas y el bronce de la española Ana Peleteiro, pero también el abrazo en el que ambas, rivales en la pista y amigas fuera de ella, se fundieron al terminar, y la alegría de Plateiro por el oro de Rojas.
Plateiro se ha convertido en una de las protagonistas de los juegos también por las palabras que pronunció en una entrevista junto a Ray Zapata, plata en gimnasia. «Somos de color pero representamos a España«, empezó Zapata, momento en el que la triplista le interrumpió: «Somos negros, qué ‘de color’. De color son ellos, que cambian más de color que el sol«, dijo en referencia a quienes construyen mensajes racistas.
La participación de ambas ha hecho aflorar la diversidad racial que existe en el mundo también ha sacado a la luz los prejuicios y episodios racistas que siguen enfrentando las personas no blancas y que la propia Peleteiro ha narrado en alguna ocasión. «En la gasolinera un señor me gritó: ‘Negra de mierda, vete a tu país’. Estoy en mi país, da mucha rabia«, contó en 2020 en una entrevista con El País.
A estas imágenes se une el gesto de la atleta estadounidense Raven Saunders, medallista de plata en lanzamiento de peso, que quiso mandar un mensaje en el podio para denunciar «la intersección en la que se encuentran todos los que están oprimidos«.
La olímpica, lesbiana y negra, cruzó los brazos sobre su cabeza en forma de «X», un gesto que será estudiado por el Comité Olímpico Internacional, puesto que no se permiten manifestaciones políticas durante la competición, y que ha recordado a muchos al icónico puño en alto del black power en México 68.
Pugna por medallas entre los países hegemónicos
El Comité Olímpico Internacional organiza el medallero privilegiando las preseas de oro. Es decir, el país con más doradas estará mejor ubicado en la tabla, sin importar cuántas medallas de plata o bronce hayan obtenido sus atletas.
La plata, y por último el bronce, sirven -en el medallero- para determinar los lugares cuando dos o más países tienen el mismo número de oros.
La batalla por el primer lugar del medallero olímpico de los Juegos Olímpicos de Tokio estuvo reñida hasta el último minuto.
Aunque Estados Unidos siempre mantuvo su supremacía en medallas totales, China dominó hasta el penúltimo día en número de preseas doradas.
EE.UU. también dominó en número de medallas totales con 113 -de esas 41 de plata y 33 de bronce-, seguido de China que se ganó 88, el Comité Olímpico Ruso con 71 y Gran Bretaña que logró 65.
Este resultado consolida a Estados Unidos como la máxima potencia olímpica de los últimos años, pero deja claro que China se ha convertido en un rival con grandes posibilidades de arrebatarle el puesto en un futuro.
El avance del rendimiento de los atletas olímpicos chinos es impresionante si se compara con su participación en los últimos Juegos celebrados en Río de Janeiro en 2016.
El deporte se suma así a la lista de campos en los que la hegemonía estadounidense corre peligro frente a una China cada vez más potente, como en el económico: se prevé que China se convierta en la primera potencia mundial para finales de esta década.