Por: Elizabeth Daza

Venezuela enfrenta fuertes dificultades socio-económicas y para nadie es un secreto pero, muy pocos medios se han enfocado en analizar realmente qué está comiendo la población venezolana, cuál es el valor nutricional de lo que se consume y cómo varía entre estados los alimentos de la ingesta diaria.

Para adentrarnos un poco en este tema debemos analizar algunas cifras y evaluar objetivamente la situación actual.

De acuerdo con el Indicador de Actividad Económica elaborado por el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), la actividad económica de Venezuela registró un aumento de 6,8% en 2021, explicado de forma determinante por el incremento de la producción petrolera.

En general, esto indicaría que ha habido un crecimiento económico favorable para la población venezolana. Al evaluar el abastecimiento en los mercados venezolanos podemos evidenciar un gran cambio con respecto a los momentos de crisis de los años de 2017 a 2019.

Por otra parte, el informe del estado de la Seguridad Alimentaria en el Mundo del año 2021 (SOFI 2021), nos ofrece cifras poco alentadoras, pero esperadas, sobre la inseguridad alimentaria en todo el mundo. Decimos que eran esperadas porque estuvieron acorde con las proyecciones hechas por organismos internacionales sobre el impacto de la pandemia.

Es indiscutible que la COVID-19 ha sumado un peso importante a los factores que atentan contra la seguridad alimentaria a nivel global, causando estragos en todos los países, con mayor énfasis en aquellas regiones ya vulnerables, como lo es Venezuela.

Población rural recibe bolsas de alimentación CLAP
Población rural recibe bolsas de alimentación CLAP

De acuerdo con el SOFI, en el 2020 cerca del 12% de la población mundial se vio afectada por inseguridad alimentaria grave, lo que equivale a 928 millones, es decir, 148 millones de personas más que en 2019. Además, se estima que 1 de cada 3 personas careció de acceso a los alimentos el año pasado.

Como podemos ver, la inseguridad alimentaria es un problema que no afecta nada más a Venezuela, sino a toda la región Americana y otras regiones del mundo que han estado históricamente desfavorecidas. En una entrada anterior analizamos el nivel de desperdicio de alimentos en el norte global en oposición a las condiciones de hambre que existen en otras regiones.

Lee aquí: Precios de los alimentos registran el mayor aumento de la última década

Según la FAO se observa una tendencia de aumento en la prevalencia de subalimentación* del año 2017 al año 2020 en Venezuela, sin embargo, llama la atención que en el último reporte hubo una disminución de 4% en este porcentaje, lo que se traduce en 1,3 millones de venezolanos menos en esta categoría.

*Subalimentación, definida como la condición en la cual la ingesta alimentaria es insuficiente para cubrir la cantidad de energía necesaria para llevar una vida sana y activa.

A grandes rasgos, Venezuela parecería superar lentamente parte de la crisis socioeconómica que se ha presentado fundamentalmente gracias a las sanciones económicas impuestas al país. Estas sanciones dificultan la exportación de petróleo, por su parte el bloqueo económico ha impedido la importación de materia prima para la producción de alimentos en el país.

¿Qué alternativas existen para superar la crisis alimentaria y cuál es el camino para llegar a la soberanía alimentaria?

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Para profundizar el análisis nos enfocamos en indagar, directamente de boca de venezolanos y venezolanas, como viven la situación alimentaria del país actualmente y qué alternativas han encontrando para la sustitución de alimentos escasos.

Juan Gonzáles, es médico del estado Zulia, quien desde su profesión ha tenido la oportunidad de recoger un gran número de datos de la población zuliana nos comenta que:

“La situación alimentaria es una preocupación, especialmente en niños y niñas menores de 5 años, sin embargo hemos visto en los últimos años que las personas están comiendo más aunque no necesariamente de la manera más sana. Se consume mucha harina y menos proteína. Por fortuna los habitantes del Zulia han aprendido a utilizar los recursos más efectivamente recientemente, han aprendido a sembrar y han comenzado a comer vísceras y otras partes del ganado que antes no se consumían”

De manera similar Solemny Cordero, médica también y con enfoque en el trabajo comunitario de Barinas nos comenta que:

“Aquí comemos bastante carne, 5 días a la semana, comemos menos pollo ya que es más costoso. La carne aquí en Barinas es económica porque hay mucho ganado. Comemos todos los días arroz y harina de maíz aproximadamente 3 veces al día. Comemos todos los días productos lácteos, es decir leche y queso. Solemos preparar fríjoles y otros granos. No comemos muchas verduras.”

Al plantear la pregunta de si consumen algún alimento cultivado por la familia Solemny nos comenta:

̈Si, nosotros mismos cultivamos el maíz, además tenemos frijoles y quinchoncho (grano) y plátano. Cuando queremos sustituir alguna harina utilizamos yuca y topocho (plátano) lo cual nos resulta una alternativa nutritiva y económica”

Por otra parte Kelsie Rodríguez, habitante de Caracas y trabajadora del Ministerio del Poder Popular para la Alimentación es originaria del estado Yaracuy y nos aporta algunos datos importantes al comentarnos que la población de la capital no cuenta con soberanía alimentaria ya que no produce nada de lo que consume y los alimentos traídos de las distintas regiones del país son muy costosos debido a toda la gestión que requiere traerlos, principalmente el transporte.

̈En mi casa en Yaracuy, gran parte de lo que comemos es cultivado por mi familia. Allá se dan mucho las verduras y las frutas, comemos muy sano. Tenemos cilantro de monte, orégano, ajo chino, aguacate para ensaladas o como acompañante. Sembramos guayaba, naranja y limón, también tenemos malojillo para té. Se come muchos granos y hay mucho plátano en nuestra región. Es fácil el acceso a la leche de vaca y es económica porque hay ganado, igual que el suero de leche y el queso y se come huevos casi a diario. Pienso que las personas en las zonas rurales se alimentan mejor. ̈

Esto representa apenas unas pocas opiniones y representan nada más un acercamiento al tema de la alimentación, ya que existen diversas posiciones al respecto y los grupos de estudio varían según la ubicación geográfica y el estatus socio-económico de la vasta población.

Organizaciones populares y familias campesinas alimentan a las escuelas venezolanas
Organizaciones populares y familias campesinas alimentan a las escuelas venezolanas

Resulta curioso saber que parte de la población no depende de la importación de productos alimenticios y la necesidad producida por la crisis mundial y local ha re-impulsado la producción de algunos alimentos, principalmente en las zonas rurales. En cambio en las ciudades principales del país los habitantes dependen claramente de la entrada de alimentos.

Sin embargo, se insinúa la idea de que posiblemente las cifras obtenidas por organismos nacionales e internacionales no ahonden en cuanto a la percepción real de los y las venezolanas, teniendo en cuenta que, por ejemplo, no evalúan la posibilidad que tienen algunas familias de consumir lo que cultivan y tampoco interrogan en cuanto a las distintas opciones que ha desarrollado la población para sustituir o complementar elementos de su dieta cotidiana.

Organismos como la FAO y el Observatorio Venezolano de Finanzas, han publicado cifras de la inflación, declarando el OVF por ejemplo, que la tasa de inflación mensual correspondiente al mes de enero de 2022 se situó en 4,8% y afirmando que el valor de la canasta básica alimentaria en enero de 2022, se ubicó en US$ 365, denotando un aumento de 45,4%.

Sin embargo, no contemplan como lo mencionamos anteriormente, la posibilidad de alternativas que ha desarrollado el pueblo, ni tampoco plantean una posible solución al problema socioeconómico del país. 

Ante esta situación, surge la interrogante de cuál debería ser la solución de Venezuela ante las dificultades en las que se encuentra, incluso esta duda no se plantea únicamente en relación a Venezuela, ya que, como mencionamos anteriormente, la inseguridad alimentaria es un problema mundial, la crisis alimentaria fundamentalmente en el sur global, es una de las formas en que se expresa la actual crisis.

Ahora más que nunca el Estado venezolano junto al pueblo debe priorizar y profundizar la política de soberanía alimentaria como eje fundamental del desarrollo de la naciòn, y en  efecto, esta debe estar ligada a una reforma rural y un desarrollo rural integral que permita los niveles de productividad que estén a la altura de la demanda de la poblaciòn venezolana.

Esto será posible a través de un trabajo planificado y coordinado de todas las instituciones del Estado y del sector privado, además de las organizaciones populares como Las Comunas y la Cooperativas las cuales abogarán por el buen vivir de su comunidad.

El desarrollo rural debe impulsar el sector productivo industrial, la comercialización, la tecnología y la formación científica (genética), elementos que en su conjunto permitan los niveles óptimos de producción y abastecimiento que requiere y se merece el pueblo venezolano.

Solo en socialismo, con el trabajo mancomunado, el apoyo y la solidaridad mutua podremos enfrentar los embates de la actual crisis  en que nos ha sumido el capital.


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