Por: Mariana Guaitipán
En esta ocasión hablaremos sobre el maíz Guanape, un tipo de maíz cultivado con avances tecnológicos y científicos para responder a las condiciones ambientales del territorio venezolano, con el objetivo de contribuir a garantizar la soberanía alimentaria de la población.
Tuvimos la grata oportunidad de conversar con Margaret Gutiérrez Mulas, doctora en Ciencias Agrícolas quien es ganadora del Premio Nacional al Mejor Trabajo Científico, Tecnológico y de Innovación, en la mención Ciencias Naturales, otorgado al proyecto que viene desarrollando con respecto a la inserción del cultivar local de maíz amarillo Guanape en el Sistema Formal de Certificación de Semilla en Venezuela.

Nota: Un cultivar es un tipo de planta que ha sido criada para obtener los rasgos deseados que se producen en cada nueva generación mediante un método cuidadosamente controlado.
En la entrevista, Margaret nos comenta sobre la importancia de fomentar la inserción de cultivares nacionales, utilizando semillas autóctonas, optimizadas a las condiciones del territorio venezolano. De esta manera se hace más factible conquistar la soberanía agroalimentaria de la población venezolana y poder dar una repuesta científico / tecnológica a la crisis económica que vive el país, producto de los bloqueos y las sanciones económicas.
Mariana: Doctora Margaret, ¿podría darnos una breve descripción de su proyecto de investigación y qué es el mejoramiento genético?
Dra. Margaret.: Lo primero importante a resaltar es que se trata del mejoramiento genético de plantas, no del mejoramiento genético de semillas, lo que se mejora es el cultivar.
Se trata de hacer la selección de una planta, en este caso del Guanape, el cual es un cultivar obtenido por el mejoramiento genético tradicional y empírico que hace el agricultor.
En este caso el agricultor Pablo Characo y un grupo de agricultores del oriente del país, del Valle de Guanape, en el estado Anzoátegui, seleccionaron un material (maíz Guanape) que les era útil a sus necesidades, es decir, un material criollo. Se llama “criollo” a una planta que ha estado adaptada a las condiciones de la zona y se ha sembrado por varias generaciones.
El trabajo de investigación que nosotros llevamos a cabo consistió en criar ese material criollo y hacer la selección fenotípica, es decir, a través de las características morfológicas que lo identifican, seleccionar ideotipos (tipo ideales o mejores plantas).
Fenotipo: conjunto de caracteres visibles que la planta presenta como resultado de la interacción entre su genética y el entorno
A partir de ese cultivar, en un campo de multiplicación de plantas, hicimos el marcaje y una vez cosechadas esas mazorcas marcadas, las llevamos a un proceso de mezcla entre sí y nuevamente multiplicación.
Este proceso, que se dió durante tres ciclos, es decir, tres generaciones, permitió ir seleccionando en cada una de las generaciones los mejores materiales, desde el punto de vista de la identificación genética del maiz amarillo Guanape.
Una vez que ese material ha sido seleccionado y multiplicado, se puede asegurar por el estudio desde el punto de vista estadístico, que el material ha fijado sus características, y ya ahí se lleva a cabo una multiplicación semi-comercial, y se inserta en el proceso de producción de semillas certificadas.
La producción de semillas certificadas de un cultivar, como es en el caso del Guanape, amerita que nosotros podamos dar al agricultor la garantía de que la semilla es de calidad.
M.: ¿Cuáles son los principales criterios que identifican la calidad de un cultivar?
Dra. M.: La calidad está dada por algunas características como lo son:
1. Físicas: que la semilla que estamos entregando es completamente libre de otras semillas y otros materiales, así como de impurezas de cualquier tipo, entre ellas piedras, palos etc.
2. Sanitaria: que el material que estamos empaquetando para la distribución es completamente sano.
3. Fisiológica: implica que el material germine en un porcentaje que es exigido por la Ley Nacional de Semillas y por la Comisión Nacional de Semillas, quienes regulan la multiplicación de semillas certificadas y por tanto, se aseguran que tengan el vigor necesario para mantenerse en el campo.
Todas estas condiciones aseguran y permiten establecer el punto de partida para la producción sustentable de un cultivo, es decir, para el éxito del ciclo productivo y el rendimiento adecuado.
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M.: ¿Cuál es la importancia y cuáles son las ventajas de que el sector agrícola de Venezuela cultive maíz con una semilla propia?
Dra. M.: La producción de cultivares nacionales es la base de la soberanía agroalimentaria ya que nos liberan de la dependencia de la adquisición de semillas de otras latitudes o producidas por grandes transnacionales como Monsanto. Comprar semillas de otros países nos amarra a la multiplicación exclusiva de ese mismo cultivar, variedad o híbrido, con los altos costos que eso implica para nuestro país.
Sembrar cultivares con semillas nacionales permite la solvencia de la seguridad al garantizar que uno no dependa de la importación de un determinado material al país.
Además, los cultivares nacionales son mejorados en función de las necesidades que tienen nuestros agricultores, es decir, son mejorados localmente y eso significa que el mejoramiento está dirigido a nuestras condiciones y por lo tanto, el material tendrá una mayor adaptabilidad, una mayor adaptación y por lo tanto rendimiento.
Adaptabilidad a diferentes ambientes dentro del territorio nacional y mayor adaptación local, dependiendo de donde lo hemos mejorado. Todo el proceso de mejoramiento implica que proveemos ese material en el marco de unos ensayos de validación agronómica que se hace a nivel nacional, conducido desde la Comisión Nacional de Semilla para garantizar que se tenga la garantía de que el material se comporta de una manera adecuada.
Eso no necesariamente ocurre de esta manera si el material entra por vías diversas al país, sin ser probado, lo que aumenta la probabilidad de introdcuir materiales mejorados para otras condiciones, por lo que pueden no ser tan rendidores como lo esperamos para nuestros agricultores.
M.: ¿Cuáles son las principales desventajas para el sector agrícola de Venezuela de sembrar maíz con semillas transgénicas de empresas como Monsanto?
Dra. M.: Cuando se introduce material genético de otros países se corre el riesgo de introducir también plagas, enfermedades y malezas, que vienen de otras latitudes, podemos estar sometidos al riesgo de introducir nuevas enfermedades a nuestro campo, haciendo más difícil todo el ciclo de producción, además de las posibles consecuencias secundarias que hay por la introducción de cualquier cultivo ya que la magnitud de los daños que se pudieran producir son impredecibles.
El material genético que han logrado las empresas transnacionales como Monsanto, son materiales que tienen eventos transgénicos, esto le da resistencia a la aplicación de herbicidas, es decir, permite que ese cultivo tenga selectividad ante la aplicación de un herbicida, esto se traduce en que Monsanto pueda vender el herbicida de manera exclusiva para la semilla que esta empresa comercializa, con el único objetivo de que la empresa pueda beneficiarse económicamente de esta condición.
A la vez esto implicaría la necesidad de aplicar mayores cantidades de un herbicida que está contaminando el ambiente, porque sencillamente tenemos la ventaja de tener un cultivo que resiste al herbicida.
Es un riesgo innecesario y muy dañino para nuestro ecosistema, además del riesgo de que el material que tiene ese evento transgénico pueda sufrir un escape biológico, esto se refiere al cruzamiento de ese cultivo con un material nativo de esa especie, o en esa familia de especies, y que esa resistencia de la semilla transgénica a un herbicida, la pueda adquirir nuestro material local, con las consecuencias que eso pueda traer desde el punto de vista biológico.
La transgénesis no es un mecanismo de mejoramiento genético tradicional e implica que se ha traído un gen que puede haber sido seleccionado a partir de otro organismo vivo, este puede ser incluso de otra especie y hasta del grupo animal, de virus o de bacterias.
La transgénesis per sé implica una dependencia tecnológica que nosotros no necesitamos, en el país existen programas de mejoramiento genético tradicional que todavía tienen un techo muy alto y enormes posibilidades.
Existe una gama amplia de posibilidades para aumentar nuestros rendimientos de un modo amigable con el ambiente, sin necesidad de esa gran cantidad de insumos químicos que contaminan, no solamente el ambiente en general, sino que comprometen la vida de nuestros agricultores.
Existen métodos tradicionales que utiliza el mismo agricultor, el mismo campesino, para seleccionar sus mejores materiales, pero también existen métodos de mejoramiento científico, que nos permiten seguir explorando la cantidad de variabilidad genética que tenemos para aumentar nuestro rendimiento. No requerimos de la dependencia tecnológica y de la implicación sobre el impacto ambiental de la transgénesis elaborada para otras necesidades en otras latitudes y con intereses propios de las grandes transnacionales.

M.G.: ¿Qué porcentaje del maíz que se siembra actualmente en Venezuela proviene de una semilla propia, adaptada a las necesidades y la realidad venezolana?
Dra. M.: Sobre la cantidad de cultivares que se siembran actualmente con semilla nacional en comparación a las semillas de material genéticamente modificado, es muy difícil establecer un porcentaje debido a que no se tiene estadísticas claras con respecto al material que se ha introducido al país ya que esto es ilegal.
La ley de semillas prohíbe la introducción de materiales genéticamente modificados. Se conoce que de modo ilegal se ha introducido, sin embargo, afortunadamente para la agricultura venezolana, los productores que se han atrevido a sembrar semillas genéticamente modificadas, han tenido grandes fracasos desde el punto de vista de la producción agronómica.
Es importante que se sienta que no ha sido para nada beneficioso sembrar este tipo de semillas, nosotros seguimos luchando por la producción de más cultivares nacionales, variedades e híbridos, que respondan a las necesidades de nuestros agricultores y en función de las características, tanto organolépticas, como de rendimiento, de resistencia a enfermedades y plagas, adecuadas a nuestros sistemas productivos y a nuestra realidad territorial.
M.G.: Que significa para la población venezolana y para la soberanía alimentaria la Inserción del cultivo de maíz amarillo Guanape en el sistema formal de certificación de semilla de Venezuela?
La producción de semilla certificada de cultivar Guanape tiene la gran ventaja de que garantiza al agricultor la posibilidad de:
1. La multiplicación a gran escala del cultivar Guanape con todas las ventajas que venimos estudiando y preservar así el trabajo iniciado por nuestros agricultores, liderados por Pablo Characo, quienes han legado una selección que, de otra manera, hubiera podido desaparecer si se hubiera producido nada más a escala local, y hubiera quedado limitada al uso de algunos agricultores cercanos a ese territorio.
2. En segundo lugar, estamos garantizando que en el intercambio, traslado y comercialización de este cultivar, no se esté corriendo el riesgo de pasar enfermedades o plagas de un territorio a otro, porque garantizamos que la semilla está certificada.
Actualmente ya se tienen más de 10 mil sacos de semillas de aproximadamente 20 kilos, es decir, que ya se podrían sembrar unas 10 mil hectáreas para los próximos ciclos.
Éstas se podrían sembrar en cualquier lugar del territorio nacional con el cultivar de maiz amarillo Guanape, sin riesgo alguno de estár llevándose con la semilla alguna malesa, o de llevarse una enfermedad o una plaga.
Nuestro trabajo lo que garantiza es la perpetuidad de ese cultivar y la posibilidad de uso por parte de cualquier agricultor, en cualquier zona del país.
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M.G.: ¿Cuál es el aprendizaje más importante de esta experiencia y de este proyecto científico?
Este trabajo es un ejemplo de cómo se debe hacer ciencia para el pueblo. Es la ciencia al servicio de nuestros agricultores, es la ciencia como tecnología escalando para impactar en nuestra agricultura.
Sabemos que el maíz es uno de los cultivos más importantes para la alimentación del venezolano, sabemos que el maíz amarillo nos aporta una gran cantidad de nutrientes que han hecho que nuestra población sea sana, ya que contiene vitaminas y minerales que no aportan otros cereales, por ejemplo, en comparación con el maiz blanco.
El hecho de que seamos soberanos en la producción de ese cultivar permite que distintas empresas y agricultores de todo el país puedan utilizar esta semilla que ya tienen a su disposición.
Estamos a la espera de que, con la inserción formal en el sistema de certificación de semillas, podamos seguir escalando en la producción de esta semilla en beneficio de nuestra agricultura y en beneficio de la soberanía tecnológica y alimentaria.
Los programas de mejoramiento genético de cualquier cultivo parten de la disponibilidad de variabilidad genética para poder hacer la selección. Si no hubiese variabilidad y nos quedamos con pocos cultivares, perderemos la posibilidad de crecer desde el punto de vista de la oferta que es necesaria e imprescindible, para enfrentar el cambio climático y el calentamiento global.
Los cambios en las necesidades del consumo de los mercados, los cambios en las necesidades culinarias, todos son elementos de la sociedad que exigen cada día mayor disponibilidad de cultivares. Estos deben ser enfrentados a partir de los programas de mejoramiento genético, como son: los cruzamientos, las retrocruzas y los cruzamientos parentales.
Estos proyectos, que son financiados a través del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología y en conjunto con otros organismos multilaterales como lo es la FAO, permiten aumentar las posibilidades de oferta tecnológica nacional para enfrentar nuestras adversidades, inclusive para enfrentar el bloqueo económico, como es el caso actual de las sanciones económicas que nos han impuesto.
Debemos tener la disposición de fuertes programas de mejoramiento genético que generen todo lo que requerimos en el sistema agrícola venezolano.