Por: Mariana Guaitipán

Cada vez más el poder del gran capital impone una cultura funcional a sus intereses de acumulación, cada vez más el capital hace más sofisticadas y sutiles las formas de dominación y acumulación. 

La cultura burguesa en efecto es la cultura dominante como lo dice Lenin, dado el grado de predominio que esta clase ha adquirido en la estructura económica social. La cultura dominante, base de la formación social, utiliza todas y cada una de las herramientas que le permiten expandirse y convertirse en el paradigma de la sociedad en su conjunto, dando como resultado que muchas de las personas que no son de la clase burguesa reproduzcan y defiendan esta cultura y con ello al sistema mismo. 

Ahora bien, el filósofo italiano Antonio Gramsci (1977) llama la atención además sobre la articulación de la cultura, menciona la necesidad de la ideología que organiza y confiere sentido a cada elemento, “concepciones elaboradas, sistemáticas y políticamente organizadas y centralizadas en su contradictorio desarrollo” (pág. 330), es decir la cultura es sistematizada y del mismo modo instrumentalizada por la ideología.

Gramsci plantea el concepto de hegemonía, según el cual el poder se consuma cuando la clase dominante consigue imponerse sobre el resto de la población, no solo por la fuerza, la violencia o la amenaza de ella, sino porque la gente acepta como legítimo y normal ese dominio, es decir, lo naturaliza, la hegemonía produce una especie de conformismo y se hace confortable en la sociedad. 

De esta forma y a través del dominio cultural una clase instrumentaliza para su beneficio los intereses, los gustos, el placer, el confort y las necesidades tanto en el plano material, como espiritual del otro grupo social.   En la actualidad podemos ver que el internet, las redes y los medios de comunicación son la herramienta más sofisticada para generar el consenso que naturalizará este control sobre la sociedad.

Pile of 3D Popular Social Media Logos

El sistema ha encontrado en la telecomunicación a su mejor aliada, la masificación de las comunicaciones a través de la radio, televisión y el internet (redes sociales) permiten una permanente y rápida forma de masificar el mensaje de los paradigmas de la cultura burguesa. 

Actualmente los niveles de alienación son muy altos, algunas estadísticas sobre el uso de radio de la UNESCO (2013) indican que el 75% de los hogares tienen acceso a este medio de comunicación, un informe de Google (2016) revela que el uso promedio del celular en una persona es de 3 horas diarias, un reportaje de la CNN (2015) manifestaba que los adolescentes promedio en EEUU pasan 9 horas al día consumiendo televisión, internet y videojuegos, estos números han crecido exponencialmente para el año 2020,  pues el uso del internet se profundizó debido a la pandemia, si bien las cifras no dan cuenta de los niveles de alienación, sí permiten tener datos que evidencian la exposición a la propaganda que tiene tres claros objetivos: incentivar el consumo, imponer la cultura predominante y profundizar la aceptación dócil de la dominación.

Se ha impuesto la idea de que los medios de comunicación y las telecomunicaciones son un servicio, incluso hay un debate importante sobre los medios de comunicación y su papel como servicio público, ocultando en primer lugar, que el desarrollo tecnológico actual es en rigor quien llevó a las comunicaciones, industria de las comunicaciones, telecomunicaciones y tecnologías al desarrollo en la forma que hoy las consumimos, y que este desarrollo tecnológico sólo tuvo lugar por la acumulación de trabajo concreto previo que transfirió valor, es decir, las industrias de comunicaciones, telecomunicaciones y tecnología  son medios de producción; el azadón que labra la tierra, o la fábrica que produce autos, no son diferentes a las empresas que venden datos (MOVISTAR, CLARO, etc.).

De igual manera las empresas que producen programas de entretenimiento (NETFLIX, HBO, AMAZON, FOX, etc.), o las empresas que son dueñas de las redes sociales (FACEBOOK, GOOGLE, TWITTER e  INSTAGRAM, TIK TOK, etc.); todas son medios de producción cuyo objetivo es obtener ganancia expropiando el valor del trabajo concreto de quienes intervienen en el proceso de producción y expropiando además el trabajo de quienes en el pasado con su trabajo desarrollaron la tecnología que se utiliza en el actual proceso productivo.

En segundo lugar, se oculta que el fin de la industria es obtener dinero, y que con el objetivo de aumentar los niveles de ganancias estas empresas mercantilizan la “atención” de las personas. Con nuestra atención, es decir, el tiempo que invertimos en sumergirnos en el internet, y dejando de hacer otra cosa, ellos ganan, los clientes son los productores de cualquier bien o servicio que buscan vender más en el mercado.

EmpresaActividadAccionistaIncremento capital
AmazonComercio electrónico (ventas por internet y servicio de entrega a domicilioJeff Bezos MacKenzie Bezos$ 25.000.000.000
ZOOMTelecomunicacionesEric Yuan$1.000.000.000
Google, Facebook, Netflix y AppleTelecomunicacionesJohn Albert Sobrato$1.000.000.000
Microsoft: Skype creció su ganancia en 38% y Teams aumento en 1000% la gananciaTelecomunicacionesSteve Ballmer$1.000.000.000
Apollo Global ManagementFinancieraJoshua Harris$1.000.000.000
MediacomTelecomunicacionesRocco Commisso$1.000.000.000
Paypal y Tesla y SpaceXFinanciera y SaludElon Musk$1.000.000.000

Fuente: (Collins, Ocampo, & Paslaski, 2020) – Elaboración propia 

De la tabla anterior se puede concluir que el capital-mercancías mediado por el desarrollo cultural y tecnológico incrementó el consumo de entretenimiento (redes sociales y streaming sobre todo) producto de la necesidad de ocio de hombres y mujeres, como da muestra el crecimiento de las fortunas de los accionistas de estas empresas, este aumento del consumo del “entretenimiento” redunda además en mayores niveles de alienación.

En tercer lugar y más grave aún, es que se oculta que la industria busca cambiar el comportamiento y la cultura de las personas (alienación), los paradigmas de la cultura burguesa se trasmiten una y otra vez tanto por los medios masivos de comunicación, como por las redes sociales, se persigue a toda costa aumentar el consumo, se establece como verdad que la forma de vida exitosa y prestigiosa está ligada a la posibilidad de adquirir más bienes y servicios, al consumo desmedido de tecnología.

En cuarto lugar, se quiere ocultar que el internet a través de las redes sociales obtiene información de los usuarios que es alimentada por estos de forma voluntaria, creando bases complejas de datos y metadatos que son procesados y sistematizados. La industria vende entonces predicciones y certeza de que los anuncios producirán realización-consumo, mercantilizando la información y por tanto expropiando a la sociedad en conjunto del valor monetario que dichos datos producen y además profundizando el control social  en los obreros que aún conservan sus niveles de conciencia de clase y se mantienen en resistencia. 

En este punto vale la pena apelar a la concepción de cultura en un sentido marxista, como: la producción y la distribución de los valores de uso por una sociedad en un determinado modo de producción, para ser más preciso podemos referirnos a Samir Amín (1978) quien en su texto Elogio del Socialismo nos dice que la cultura es el modo como se organiza la utilización de los valores de uso.

Amín dice que “el capitalismo es el momento de la negación del valor de uso, por lo tanto, negación de la cultura, negación de la diversidad” (pág. 132), esta reflexión de Amín nos permite ubicar en el puesto que se merece el impacto de las ideas y en general de la “cultura” que se difunde a través de la propaganda en la conciencia de los obrerxs del mundo.

Group of diverse people using their phones

En tanto concebimos la cultura como la producción y distribución de valores de uso en una sociedad que mercantiliza las ideas y las transforma en nuevas mercancías a ser destinadas a la realización-consumo, hacen que la propaganda que aliena al trabajador/a sea además deseada y consumida dócilmente por éste. 

La ideología y la cultura impuestas por el sistema son una mercancía muy particular que no reproduce la vida del obrero/a sino que la destruye, en tanto lo enajena, pasando de ser clase en sí, convirtiéndose en un desclasado/a, este fenómeno debilita la conciencia del movimiento obrero, todos estos elementos hacen que la clase obrera cada vez tenga menos voluntad y posibilidad de organizarse para derrocar finalmente a su contradictor, a su enemigo de clase.

Ha sido tan acelerado y grave el impacto de internet en la actual sociedad que ejecutivos que han trabajado en la industria de la tecnología dan declaraciones donde denuncian cómo se busca programar el comportamiento y lograr cambios que profundicen la cultura burguesa de dominación con todos sus paradigmas y contradicciones, el ex-ejecutivo de Facebook Chamath Palihapitiya declaró:

“Creo que hemos creado herramientas que están destruyendo la forma en la que funciona la sociedad… Los circuitos de retroalimentación a corto plazo empujados por dopamina que hemos creado están destruyendo la forma en la que funciona la sociedad. […] Creo que no os dais cuenta, pero estáis siendo programados. […] Mis hijos no tienen permitido usar esa mierda” (Miguel Trula, 2017).

En efecto, la industria de las comunicaciones, telecomunicaciones y tecnología es actualmente la mayor herramienta de alienación que utiliza hoy el capitalismo, una y otra vez nos dan los patrones de consumo, nos imponen el modelo de mujeres y hombres que debemos ser, y destruyen el sentido y la conciencia de clase.

El encanto, la comodidad, el confort y la falsa sensación de seguridad que la automatización de todos los sistemas genera en la conciencia de los hombres y mujeres, hace que este proceso se acelere al punto de transformar radicalmente la vida social. Vinculado intrínsecamente al proceso de transformación social se da la acumulación de capitales, sobre todo en las empresas que impulsan los nuevos patrones sociales, aumentado sus ganancias de manera exponencial, lo que lleva a menos paga, más horas de trabajo, más consumo, compras online y servicio a domicilios delivery, etc.  

Debemos concluir que en la actual crisis del capital, a la que se le agrega la crisis sanitaria profundizada por la pandemia la COVID-19, son las grandes corporaciones relacionadas con el internet, el entretenimientos, redes sociales y en general la mass media las que más han acumulado, y las que más han golpeado la conciencia de la clases trabajadores pauperizando además sus condiciones materiales de vida. 
El falso confort que produce el entretenimiento en internet y las plataformas streaming actúan como un somnífero que aleja al trabajador de afrontar una lucha consciente contra la hegemonía del sistema capitalista, entre otras cosas porque al confinar parte de la clase trabajadora, y transformar el trabajo en teletrabajo limita los derechos de organización, movilización y  asociación.  Parafraseando a Marx en la actual crisis del capital El internet es el opio del pueblo.

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