Por: José Gregorio Convit

Desde Marzo de 2020, el término covid-19 es, seguramente, el más utilizado por la población mundial. Desde que este virus apareció a finales de 2019, se ha ido expandiendo como una pandemia, no sólo de manera literal, sino también como un elemento de la cotidianidad global.

No es un secreto para nadie que, sin importar el contexto, el escenario, el evento que se esté llevando a cabo, o incluso, la persona que esté en comunicación con nosotros, de una manera u otra, entra siempre a tomar protagonismo en la conversación el covid-19; es así pues, como tiene fuerza sobre el colectivo tanto a nivel físico como mental.

Es comprensible que sea así, ya que nuestra generación jamás había lidiado con algo similar. Y siendo honestos, también estamos viviendo en una sociedad altamente sensible incapaz de mantener la calma ante cualquier situación que se presente; es por ello que también, dicho virus ha adquirido tal magnitud de poder por sobre la humanidad del Siglo XXI.

Pero al covid-19 no le basta el sometimiento y control que ejerce sobre el hombre, pues, como buen poderoso, es un sediento y ambicioso que desea siempre ir por más, al punto que se atreve a mutar y evolucionar con el objetivo de ser más letal, pues así, tendrá más control sobre la gente y será más difícil que se logre exterminar de cuerpos y sobre todo, de mentes.

 

Su evolución y variantes

Tal como hemos venido señalando, el virus en cuestión tiene una necesidad imperiosa de adquirir poder y abarcar territorio, por ello, cuando se le está haciendo frente a su poder, suele sacar ases bajo su manga y así esquivar las balas que se le arrojan. Llegando así, a tener varias cepas en su repertorio las cuales han hecho más cuesta arriba el proceso de su eliminación.

Brasil es un tópico altamente importante para nosotros; no sólo por el hecho de que son nuestros vecinos del Este, sino que también es el génesis de la cepa P-1, una de las más letales que ha sabido mutar el covid y claro, también porque Venezuela se vio altamente afectada por ella.

Nada más en el estado de Amazonas en Brasil, se alcanzaron en su momento las 2 mil muertes diarias, cifra altamente preocupante y que claro, tenía a su favor el deficiente y pobre sistema sanitario de aquella entidad administrativa. Factor de muchísimo peso al momento de determinar la gravedad de alguna enfermedad en un determinado sector geográfico.

Ahora bien, a pesar de que nuestra nación padeció la fuerza de la variante P-1, de manera ejemplar y por qué no, orgullosa a su vez, los números registrados acá fueron notablemente menores. Lo que demuestra también, la responsabilidad y condiciones aptas para enfrentar la situación.

Sin embargo, es menester también, hacer mención de la variante Delta. Un poco más reciente que la P-1 y considerada de mayor riesgo que ésta. Originada en la India, se le llegó a tener como la variante del Hongo Negro, hasta que se comprobó que, dicho Fungi era algo completamente apartado del covid-19, aunque, si por infortunio de la persona, llegaban a estar trabajando en conjunto en un mismo ser, era prácticamente sentencia de muerte.

La variante Delta es por sí sola, menos peligrosa que el Hongo Negro evidentemente, pero sí es mucho más transmisible que cualquier otra cepa, genera mayor riesgo de hospitalización y de reinfección. De hecho, es entre 30% – 60% más transmisible que el covid-19 por sí solo y que cualquier otra cepa. Al punto de que el 90% de los casos registrados en el Reino Unido han sido de la cepa Delta.

 

La Ausencia de las Vacunas

Tal vez, muchos se pregunten por qué no se inicia un proceso de vacunación masivo si ya es más que sabido sobre la existencia de las mismas, pues bien, las empresas farmacéuticas no dejarán en manos ajenas su núcleo de poder así como así, de una manera tan altruista y samaritana. Están dispuestas a masificar la producción y distribución de vacunas, siempre y cuando, se les pague el precio establecido (por ellas).

Las Vacunas, a pesar de ser la “salvación” ante la Pandemia, son también un artefacto de dominio y extorsión lo que deja ver a todas las naciones-estado sumidas ante la élite farmacéutica. No es de asombrarnos cuando de acuerdo a un reporte del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en el cual se establece que sólo 10 naciones han logrado vacunar al menos al 75% de la población, mientras que, 130 países, no han podido colocar ni siquiera la primera dosis (para Febrero de 2021).

Es así pues, como nos encontramos ante una completa situación que a pesar de ser un hecho de salud y que tiene en juego a millones de vidas humanas, simplemente, el que no cumple con los honorarios de las farmacéuticas, no vive. Así que se han visto en la necesidad de crear convenios y otros factores de apoyo entre naciones pequeñas que no pueden cubrir el saldo monetario equitativo al de su población para surtirse de vacunas.

El crecimiento económico de las farmacéuticas ha sido tan exponencial, que nos hace comprender la imposibilidad de cambio para en pro de las Naciones pequeñas y menos capaces a nivel económico de adquirir vacunas contra el covid-19. Será momento de ir pensando en planes B y C para poder poner fin a la Pandemia por cuenta propia, en cuanto a los chicos se refiere.

 

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