Por Antonio José Boves
En las pasadas elecciones a la Asamblea Nacional (AN) se evidenció un nivel considerable de abstencionismo del voto, lo que indicaba que las estrategias y ofertas políticas de los partidos no estaban siendo atrayentes para la mayoría de la población. Sin embargo, una opinión dada sobre las próximas mega elecciones de gobernadores y alcaldes, no puede darse sin tomar en cuenta el nuevo cambio de tono que ha asumido la política nacional en los primeros seis meses del presente año.
Un clima de confianza
Después de diciembre del 2020, luego de que la bancada opositora lograse ocupar los 21 escaños en la cámara de diputados, se han venido dando una serie de cercanías y encuentros en aras de salir de la crisis nacional estableciendo condiciones confiables para una coexistencia sana entre los factores políticos y económicos de Venezuela.
La oposición ha girado su estrategia, dándole una curva totalmente distinta a la de “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Detrás de las reuniones de Jorge Rodríguez y Fedecámaras, de las postulaciones de candidatos de la llamada “sociedad civil” reconocidos y críticos del gobierno para integrar el nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), se ha venido cocinando la “macolla” del G4 para influir en las decisiones políticas del país desde un espectro que no solo protagonicen los partidos.
A tal punto que el mismo Juan Guaidó presentó una plataforma unitaria representada por múltiples sectores de la “sociedad civil”: profesionales, militares retirados, estudiantes, sindicatos, la fracción de diputados opositores de la AN, etc., que firmaron el manifiesto “Unión para el futuro” para sellar esta alianza, presentada por Guaidó como una alternativa en pro de un “Acuerdo de Salvación Nacional”.
Básicamente, la estrategia se basa en lograr recuperar el voto opositor para revivir a la oposición, sentándose con el gobierno para establecer condiciones electorales “libres y justas”, basadas en “compromisos serios” con el gobierno, y así la posibilidad de levantar las sanciones y bloqueos aplicadas al país por parte de Estados Unidos.
Al Chavismo y las bases:
Ante este nuevo panorama, en el cual la oposición pareciera estar entendiendo que necesita sentarse en la mesa de la política-institucional para lograr entrar en una disputa real por el poder, y en un momento en que la popularidad de Juan Guaidó y Nicolás Maduro no son muy altas. Éste, a pesar de llevar la delantera en la aceptación popular, no puede arriesgarse con una estrategia electoral tradicional donde la expresión de las bases era la “línea” del partido. (Este párrafo está raro, porque compara al Presidente con un exdiputado, políticamente es errado este acercamiento)
Esto se debe a que la búsqueda opositora, y en especial del G4, por captar el voto de la “sociedad civil” con la nueva plataforma unitaria (integrada también por “chavistas” opuestos al gobierno) para ir a elecciones, amenaza al voto tradicional del chavismo por descontento e impacto de la crisis.
Ante esto, Diosdado Cabello ha anunciado un método para ir a las elecciones primarias de los candidatos y candidatas del PSUV desde las UBCH, estructura de organización electoral de las bases chavistas presentes en todas las regiones del país. Implica un cambio en cuanto a las dinámicas políticas de postulación de candidatos en el partido de Chávez.
La idea de que sean los propios militantes populares, jefes de zona, comunidad o calle, quienes vayan a escrutinio en sus comunidades para postular a sus próximos candidatos a gobernadores y alcaldes de su localidad, indica claramente el reconocimiento de que esta vez las postulaciones no consultadas a las bases se expresan, al menos, en un abstencionismo electoral que pudiera ser aprovechado por la oposición.
Volver a la Política
Ciertos sectores de la oposición parecen al fin dar indicios de sensatez e inteligencia política, cuestión que siempre ha sabido aprovechar el gobierno para ganar con candidatos establecidos estratégicamente por el poder. Sin embargo, hoy para el chavismo es sumamente necesario potenciar el poder popular, reforzarlo y darles cabida a sus propuestas en la gestión del Estado.
Por ahora, pareciera haber disposición para generar condiciones en las cuales la población se sienta protagonista y participante de las elecciones en Venezuela. Después de años de rupturas y agresividad política entre los factores, parece empezar a entenderse que los problemas de los políticos no siempre son los problemas de la gente, y que por el contrario, son agravantes para estos.