
Por: Tiuna Korchagüin
Este es un análisis crítico sobre la noción que tiene la población en general, de la palabra “enchufado” como término para definir a una persona que mantiene un estilo de vida caro gracias a algún tipo de influencia política o financiera y no al esfuerzo propio, insinuando hábitos de corrupción y manejo de fondos injustificables.
Además, se analiza el preocupante deseo identificado en el discurso de la juventud por llevar dicho estilo de vida, el cual esconde una peligrosa lógica de consumo basada en los valores hedonistas de la cultura occidental.
“Coronaparty Rave” en Canaima: La caída
Hace unos días, fue tendencia un hilo de Twitter que denunciaba una “Coronaparty” con mucha música techno a todo dar al estilo de las “Rave” europeas, pero, realizada en un Campamento turístico del Parque Nacional Canaima violando las normas ambientales de la UNESCO, que evitan la contaminación sónica para preservar la vida del ecosistema en dicha maravilla ancestral.
La denuncia, vino acompañada de fotos y videos que los mismos de la fiesta publicaron en sus redes sociales, en ellas, no tuvieron reparos en mostrar un estilo de vida que equivale al de la población adinerada de Europa o Estados Unidos.
Entre los “chiqui-luquis” más destacados, por mencionar algunos, se encontraban: Carolina Delgado, la “modelo fitness” venezolana, Kevin Moscatel, beisbolista con trayectoria profesional en la LVB y Michael Cohen, de los Cohen dueños del Sambil y Sambil Model, esos quienes se vieron involucrados en un caso de trata de mujeres hace no mucho.
Por su parte las opiniones de los usuarios fueron diversas, sin embargo, me llamó la atención que fueron reiterados los tweets que calificaban como “enchufados” a estos sujetos, debido a que la única explicación que parecían darle a ese desmán, era precisamente que fuesen “enchufados” aunque, en apariencia ninguno tenga nada que ver con el estado.
También es importante ponerle el ojo al discurso percibido en reiterados tweets sobre la “Coronaparty Rave”, que apuntaban su queja a la falta de posibilidades financieras para no poder hacer lo mismo, obviando por completo el daño y perjuicio ambiental que dicha irresponsabilidad ocasiona.

Son vestigios de una juventud consumista y alienada
Vemos entonces, una imagen de la desigualdad y la alienación cultural, donde en principio, el término “enchufado”, parece más bien un sustantivo que se aplica para calificar a una persona con un estilo de vida que, venga de donde venga financieramente, no es un estilo de vida que pueda darse la mayoría actualmente, aunque en parte, lo pareciera criticar por que lo desea inconscientemente.
Por lo tanto, es una forma de pensar alienada, porque pasa por encima la lógica de la ancestralidad espiritual y del cuidado de un ecosistema milenario como lo es Canaima, para alcanzar un estado hedonista o de sensaciones y experiencias inmediatas del placer, que son reproducidas y sobretodo vendidas a la juventud por las sociedades capitalistas, para desarraigar a esta de su propia realidad originaria y así mantener un sistema de dominación global de las mentes, basado en el consumo de productos culturales efímeros como lo son las fiestas “Rave” y la falsa creencia de que por encima de la preservación de la vida, debe estar el goce de estas creaciones banales de occidente.
La cultura es entonces la dimensión en disputa del sur. Venezuela es una patria portadora de una carta magna digna de ejemplo universal y que se pensó para mejorar las condiciones de vida de los pueblos, basada en el respeto, integración y protagonismo de las formas y cosmovisiones de vida originarias en la gestión del estado; a la defensa de la bio diversidad de especies biológicas como riquezas ancestrales y no como capital para explotar.